No todas las causas son la tuya ni la de tu empresa. Empecemos por asumir esta verdad universal. Difícilmente tu compañía puede ser al mismo tiempo la más sostenible, la más feminista, la más comprometida con el bienestar de su equipo, la más solidaria y la mayor impulsora de la economía de proximidad.
Que corras a cambiar el color del logosímbolo de tu organización el 8-M si no aplicas una política retributiva igualitaria o si en tu plantilla hay ejemplos de discriminación es un disparo en el pie. De igual modo, que uses un hashtag para reclamar visibilidad para una causa que olvidas sistemáticamente hasta el año siguiente no es más que oportunismo.
Y es que, en eso del dayketing (el uso de fechas socialmente señaladas para determinadas acciones de comunicación), podríamos decir que estamos ante un caso similar a las rebajas: las estanterías, como el calendario, están llenos de oportunidades y de prendas… pero no todas te sirven. Lo mismo le pasa a tu empresa, salvo que lo que quieras sea convertirla en un saldo, claro.
Igual que los expertos recomiendan que, si eres blanco fácil de los precios reducidos, te hagas un listado de qué necesitas comprarte para no caer en las tentaciones, con este tipo de jornadas también debes aplicar un criterio estratégico. ¿Qué fechas se corresponden con los valores que deseas proyectar a la sociedad? ¿Qué reivindicaciones o celebraciones son coherentes con lo que practica tu empresa? ¿De qué contenidos sociales crees que tus destinatarios podrían pensar que te estás apropiando sin tener derecho a ello?
De la respuesta a estas tres preguntas, dependerá o no que seas víctima de pinkwashing o purplewashing, maniobras de marketing con fines estratégicos de entidades que intentan mostrarse comprometidas con grandes reivindicaciones que en realidad no comparten.
Ya sabes que muchos festejos y muchas fiestas pueden acabar siendo sinónimos de una gran resaca. En tus manos está frenar el carrusel del dayketing.